La
Cantada, entre flores, dulces y alabanzas preservan cultura en Naolinco.
La cantada es una de las tradiciones con más
arraigo en Naolinco, que se prepara para su celebración este 1 de noviembre.
“Esta
tradición decimos que son alabados y alabanzas, fue traída por los
franciscanos. Esos cantos eran entonados por los campesinos alabando a Dios,
pero en Naolinco se le ha dado un giro diferente, pues las estrofas son
dirigidas a los santos, mártires, objetos religiosos e incluso relatan lo que
sucede en la misma fiesta”.
Señaló que
grupos de familias, desde los niños pequeños hasta sus padres, así como amigos,
salen cada primero de noviembre a cantar alabados y alabanzas al panteón, a
partir de las 8 de la noche. Más tarde, se trasladan cada uno de los hogares
donde hay altares para cantar también, posteriormente el anfitrión de cada casa
los atiende y les ofrece de lo que estén degustando como tamales, atoles,
licores, ponche o dulces. Esto habla de que la tradición también conserva
valores familiares, por lo cual la trasmiten tan fielmente de generación en
generación.
Por otra
parte, destaca el papel de la gastronomía típica de la región, pues los
lugareños cocinan con ahínco cada platillo que se coloca en los altares, así
como lo que compartirán con los visitantes, lo cual es un atractivo más para
los turistas.
El primero de noviembre, alrededor de las ocho
de la noche da inicio “la cantada” que consiste en visitar las casas donde se
han elaborado los altares y entonar allí los cantos (alabados y alabanzas),
creaciones de los habitantes de Naolinco, que son dedicadas a santos, mártires
y a personas relacionadas con la religión. Se inicia cuando los grupos se dirigen
al cementerio a cantar frente a la tumba de un pariente la primera “cantada” de
la noche, luego los participantes se desplazan de casa en casa entonándolos
respetuosamente. Como muestra de agradecimiento los dueños de las viviendas
ofrecen una copa de vino de fruta y los platillos preparados para la ocasión.
Por las calles se cruzan niños, jóvenes y adultos alternando la visita a las
diferentes casas. Es un ir y venir que concluye a tempranas horas de la
madrugada, ya que es necesario descansar para continuar al día siguiente con la
visita al camposanto.
VISITA AL CEMENTERIO: En vida se ama y en la muerte se recuerda
y el dos de noviembre los pobladores de Naolinco se encaminan hacia el
cementerio llevando coronas y flores (naturales y artificiales), velas y
veladoras que colocan sobre las tumbas, que previamente han sido limpiadas.
Familias enteras en las que no faltan los niños desfilan por la puerta
principal camino hacia la tumba de sus seres queridos. A mano derecha,
ingresando al cementerio se encuentran tumbas y mausoleos de hace más de un
siglo, en las que una mano generosa deposita una flor en homenaje a ese
personaje anónimo que vivió y contribuyó al desarrollo en Naolinco. Pequeños
mausoleos con ángeles hermosamente tallados, en el centro de pequeñísimas
capillas abiertas, forman parte de este legado. En la parte más nueva del
camposanto, algunas de las tumbas están elaboradas de tal manera que parecen
una pequeña habitación. En algunos casos representan una salita con una mesa
hermosamente cubierta con manteles tejidos en crochet, en el centro cuelga una
cruz y a sus pies la foto del o la fallecida, en algunos esposos. Llena de
flores de diferentes colores, la “habitación” invita a detenerse para observar
cada detalle. El objetivo de los familiares es crear en este espacio pequeño un
sentimiento del estilo hogareño, que posiblemente tuvieron en vida aquellas
personas. Sólo la pared del fondo está construida completamente de ladrillo y
cemento, las laterales y la del frente tienen amplios ventanales de vidrio, lo
que facilita el poder observar cada detalle creado con amor. En otra
“habitación” dedicada a un deportista permanece su camisa del equipo de béisbol
en el que jugaba. Los bloques “habitacionales” pintados en tonos pasteles y
colores fuertes, se ven llenos de flores de diferentes colores, creando un
conjunto alegre y nostálgico a la vez. No faltan estudiantes de los centros
educativos y culturales, convertidos en hermosas parejas de catrines, vestidos
a la usanza del siglo XIX, que se deslizan etéreamente por el cementerio. Tanto
niños como adultos buscan el momento para tomarse una fotografía con ellos, que
seguramente luego guardarán, como un recuerdo de este día en el que la vida y
la muerte se viven casi como una misma realidad.
La noche
del primero de noviembre, aproximadamente a partir de las 20:00 hrs da comienzo
la tradicional CANTADA iniciando en el legendario panteón municipal
a partir de lo cual continuar en las casas de las familias Nalinqueñas donde
hay ofrendas, y entonar los cantos (Alabados y Alabanzas) compuestos por los
habitantes del pueblo dedicados a los santos, mártires, y persona relacionadas
de una otra manera con la religión católica.
EN
"LA NOCHE DE LA CANTADA ", NAOLINCO se ve materialmente
invadido por cientos de visitantes que provienen de lugares cercanos al
propio estado de Veracruz , así como de muchos lugares del país y algunos del
extranjero que , curiosos por participar y conocer tan hermosa festividad ,
aprovechan la ocasión para fotografiar filmar los altares y desde luego
compartir y disfrutar el sabor del pan, los dulces, los vinos y los
tradicionales y variados sabores de los tamales.
Todo esto
se hace después de asistir al cementerio a entonar la primera
"Cantada" de la noche, posterior grupos de amigos o familiares
, acuden con respeto a los diferentes hogares para seguir cantando y
después algunas personas les dan de comer o de beber algo de lo que esta en la
ofrenda.
La tradición en Naolinco en cantarle a los muertos, por lo tanto hay que preservar nuestras tradiciones poniendo, tanto naolinqueños como turistas un poco de nuestra parte.
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